Imagen tomada en Florencia en el 2016, a la puerta de una tiendita muy mona de una franquicia de cuyo nombre no puedo acordarme.
¿Será que el becario abnegado está trabajándose la prórroga en la firma?
¿Será que el veterano se aprovecha del novato?
¿Será que el elemento superior goza -vista la sonrisa- de la humillación ajena?
¿Será que nadie les ha explicado los riesgos?
¿Será que no había ningún otro modo pero ninguno ninguno ninguno?
Cualquiera de las preguntas se pueden hacer los sufridos lectores de estas páginas viendo cómo un chaval carga a cascabelera (dicen en mi pueblo) a otro. Afortunadamente el «ascendido» parece tener un peso razonable.
Iniciamos (o seguimos, quién sabe) la serie de PRL (Prevención de Riesgos Laborales) que con certeza nos va a dar buenos ratos.
Vean la curiosa herramienta desescamadora de pescado que se agenciado el vendedor de este puesto ambulante: una maderita, unas chapas de botellín y unos clavos. Reutilización en estado puro para una herramienta de nuestra serie «Soluciones de bajo coste».
Lástima no acordarme del lugar donde hice la foto, pero es que hace taaaanto tiempo.
Fotografía tomada en Florencia hace ya un tiempito. Vean como la señorita policía cuida no solo de la seguridad ciudadana sino también de la estética propia. La longitud de las uñas no parece que pueda afectar al funcionamiento de la pistola, pero quizá, solo quizá, no sirva de mucho a la hora de empuñar la porra. O sí, a saber.
Es evidente que la iluminación eléctrica ha permitido que los noctámbulos estemos en nuestra salsa una vez que el sol se pone. Y que las noches en la ciudad son más seguras debido a la siempre presente farolita. Pero claro, en algún lugar hay que colgarlas y a veces el incordio que supone tener una junto a la ventana puede hacer imposible (o casi) dormir. Así le pasó al pobre habitante que vive en la ventana iluminada por el elemento lumínico que le han plantado. Tuvo que buscarse una manera de mitigar el continuo chorro de luz y lo encontró en el chino de la esquina, una sombrillita monísima.
No me acuerdo de dónde está hecha la foto, en algún lugar de Europa donde no se usan las persianas, así que España y Portugal quedan fuera de la lista. ¡Con lo útiles que son las persianas, leñe, tener que andar con cortinitas!
No me acuerdo de dónde hice esta foto de un balcón decorado del modo peculiar en que se puede observar, entre otras cosas, el aprovechamiento de materiales. Reutilizar para «decorar» es una buena idea, otra cosa es que el buen gusto del «artista» coincida con los patrones que nos gustan.
¿Para qué andar yendo a la tienda de materiales de fontanería? Con un poco de ingenio, un botella vacía y un poco de cinta todo queda solucionado sin mayor gasto ni desplazamiento. La estética (para los que tenemos un T.O.C.), deja que desear, pero no se puede tener todo en esta vida.
Pido disculpas si la entrada ya fue escrita en la pasada época de esta santa página, pero como hay más de 1000 he preferido suponer que no lo ha sido. Y pasará lo mismo en las próximas cientoypico o doscientas entradas, ya lo aviso. La memoria es frágil, y más para las estupideces, si no el suicidio sería más habitual que los partidos de «fumbol».
Ya en el siglo pasado éramos patéticos y, me temo, que esto no ha hecho más que aumentar. Vean la foto tomada en la calle Meléndez (poeta que fue) de Salamanca, donde el bar-cervecería-restaurante Erasmus anuncia a toldo desplegado «Haciendo gordos y borrachos desde el siglo pasado». Esperamos que el creador de la criatura hostelera no haga honor a las confecciones de su engendro.
¡Ah, Salamanca! ¿Dónde quedaron aquellos tiempos en que el conocimiento emanaba de tus piedras doradas?
No está de mal traer a colación las refutaciones que pasado el tiempo se han ido haciendo en alguna de las laudatorias obras (placas, monumentos, lápidas, esculturas…) que a lo largo del país hay.
Este caso que les traigo (foto hecha en Ávila) ha sido realizado con cemento en el que se ha escrito «FIN DE LA CITA» de un modo bastante tosco.
¿Qué habrá debajo del cemento, queridos niños? Pues transferido el material a los servicios forenses de fotografía de «El estupidiario», podemos descubrir que se trata de una placa recordatoria del golpe de estado de 1936, al parecer. Ahora que se acerca el 20 de noviembre, fecha emblemática de la muerte del dictador F. Franco, no viene mal un refresco de la historia.
Llama la atención que el ayuntamiento de Ávila, que no se distingue precisamente por su izquierdismo, haya dejado semejante afrenta a las tropas golpistas. En fin, igual están cambiando los tiempos por esos lares, lo que no acontece en Salamanca, en la cual siempre hay un tira y afloja entre los que hacen alguna decoración nueva al medallón de Franco que hay en la plaza y el ayuntamiento para impedirlo y/o enmendarlo. Por ahí sí que no cambian las cosas, parece que la ciudad no es muy permeable al conocimiento y reconocimiento a pesar de los casi ochocientos años de universidades.
Vaya sátira que es este garito de Almendralejo (Badajoz). Les adjunto la foto que hice hace unos días y, debajo, una de la homenajeada sacada de la red.
Me imagino que los tales emprendedores invitarían a su homenajeada a la inauguración del garito. Vamos, no cumplían con menos. Se ve la semejanza no 😉 y también que los creadores del tal pub le tienen gato a la pobre Concha Queasco perdón, Velasco.
No crean que no me ha costado encontrar una foto adecuada, prueben, prueben.
Esta entrada es una sardada, useasé relativa a Cerdeña. Me da en la nariz que ya la había hecho hace tiempo, pero buscando entre las entradas viejas no la encuentro, por lo que puede ser que no la escribiese o que los hados informáticos hayan hecho de las suyas y se la hayan llevado al limbo de los blogs. Sea como fuere, aquí va la cosa.
Cerdeña es una isla muy civilizada, de hecho no parece ni siquiera Italia. Más parece uno encontrarse en algún lugar de la Francia, excepto en Córcega. Los sardos son famosos por sus canciones polifónicas «a capella» y por la «costa esmeralda». Aquella pertenece al pasado pesquero de la isla y ésta a la novedad pija moderna.
De entre todos los lugares que en la islita son, llama la atención Orgosolo. En este pueblo, al mejor estilo «mafioso» o «camorrista» despachaban las cuestiones a tiro limpio, una cosa parecida a lo que Próspero Mallarmé narraba en «Colomba» si bien esta novelita se situa en Córcega. El viajero que se vaya acercando a la dicha población no dejará de apreciar perdigonadas en las señales de tráfico que va encontrando por la carretera. La primera parecerále normal (quién no se aburre de vez en cuando), la segunda coincidencia, la tercera sospechosa y la cuarta aclaratoria. Luego ya, llegado al pueblo, podrá observar por aquí y allá que la costumbre de pegar tiros a todo lo que no se mueve está muy pero que muy extendida en la población. Una panda de bestias por civilizar pensará el viajero hasta que tope con alguno de los artísticos murales (reivindicativos y comprometidos en su mayor parte) que decoran muchísimas de las fachadas del lugar. Y es que al parecer no se contradice la costumbre de la pólvora con la del pincel. En fin, curiosa gente que hace lo mismo a pelo que a pluma. Nos puede decir, como gusta de contar a quien le escuche, que en esta sociedad nuestra lo que falta es violencia. Pues no señor H., en este caso no falta. Quede como prueba la película «Bandidos de Orgosolo» que el director italiano Vittorio di Seta hizo en los años 60 intentando reflejar esta manera tan fogosa de despachar disputas soltando perdigonadas a troche y moche.
A modo de colofón les dejo algunas de las fotos que hice para ilustrar la experiencia. En la primera de ellas, a pesar de la baja calidad intencionada, se observan los reflejos en el espejo de alguno de los murales. Hasta dos, uno bien grande. A pesar de lo que impone ver agujeros de perdigón por todos lados, hay que decir en favor de los habitantes que en el rato que allí pasamos (incluso comimos y todo, creo) no se oyó ningún paisano decorando paredes con plomo ni tampoco vimos blandir el pincel en señal de amenaza artística. Espero que disfruten con las fotos, se den una vuelta por la zona si su peculio lo permite y, en caso contrario, hagan uso de las nuevas tecnologías y Sanguguel mediante disfruten de las calles citadas (ejemplo y ejemplo). Hay hasta un Guernika muy majo, mira tú, pero no me acuerdo de la calle y no tengo ganas de andarlo buscando con este PC viejo y una conexión lamentable que hay en este mi actual lugar de residencia junto al mar. 🙂