Todas las entradas de: El Acechor

Los veranos de la villa

¡Para que luego digan que en Madrid (villa y corte) hace calor en verano! Vean cómo la realidad nos muestra otra cara: los aguerridos turistas aguantando el intenso frío de 173 grados bajo cero, bien cerquita del cero absoluto. Tanto es así que hasta llevan ropas veraniegas…

Se ve que, con la crisis, no da para reparar el termómetro de este restaurante en el paseo del Prado.

Nombres imaginativos

Ya me han informado de que me traiciona la memoria (bueno, las parejas también) y que el cartel de la entrada anterior no estaba en Menorca sino en Madeira. Y allá se encuentra también la «calle del frigorífico» que hoy ilustra este blog. Está claro que en Funchal sería muy importante la aparición del invento y que lo fue hasta para darle nombre a una calle. En Salamanca también tienen la «calle de la radio» y el «tunel de la televisión». Sin embargo me gusta más la «calle de la afilarmónica Nifu-Nifá» que encontré en Santa Cruz de Tenerife. Arranca sonrisas que se cotizan caras en estos tiempos.

Es también de reconocer que el uso de calles con estos nombres es mejor que andar dedicándoselas a santos, vírgenes, curas y generales, cuando no a dudosos pro-hombres de la patria, cantantes, futbolistas, tonadilleras, toreros o «Mariquelos».

Mundo absurdo

Inauguro una nueva serie de comentarios, esta vez «mundo absurdo».  Y quizá debería llamarse de otro modo porque casi todo lo que aparece en este blog son absurdeces, unas cogidas por ahí y otras pensadas por el Malvado Margarito y un servidor.

Pero vamos al meollo. Vean este indicador de restaurante que fotografié, si la memoria no me falla, en Menorca Madeira. Les juro por San Google que en la dirección en la que apunta el cartel lo único que hay es el mar, idiota, pero el mar. Bueno, al menos en ese momento no había restaurantes flotantes. Y si los hubiese habido no se podría haber llegado a ellos de forma sencilla (sí, ya sé que hay gente que se sube y baja por las paredes). En fin, uno más de los ejemplos del mundo absurdo en que vivimos. De esa «España es diferente» de que alguno tanto se ufana.

Apunte posterior: quizá apuntaba a algún barquito que no vemos por encontrarse de crucero en la mar océana entreteniendo jubilados o solteros.

Otra de chiflados visionarios

Si hace unos días incluía unas notas que un vallisoletano ponía por los coches con conspiranoias desinformadas y con poca verosimilitud, vean señoras y señores lectores lo que otro vallisoletano colgó hace unos meses en algunos postes, farolas y árboles del polígono de San Cristóbal. Entreténganse un rato en la sopa que mezcla las enfermedades raras, las ondas electromagnéticas, los virus, internet y no sé cuantas más cosas. No tiene desperdicio, ni siquiera la foto que incluye con el pretendido invento que quiere difundir y que es, en realidad un receptor de radio antiguo, de esos de bolsillo que aún algún domingo vemos en manos de viejos aficionados que van por la calle regalando al mundo el ruido infernal de los partidos y los goles.

Para poder disfrutar de la página en todo su esplendor, usen el botón derecho del ratón (los de la secta de la manzana no sé como lo tendrán que hacer). Así podrán ver la digitalización de la página al completo e intentar descifrar el contenido. Les prometo un rato inolvidable.

Ah, esta vez no he borrado la referencia de cómo encontrar al paisano de la «gorra roja» por si alguno se aburre una tarde, decide viajar hasta el punto de encuentro y luego nos cuenta su aventura.

 

Señalizaciones imaginativas (de la serie «soluciones de bajo coste»)

Se conoce que con el nuevo estado de cosas (antes llamado crisis) está proliferando la forma barata e imaginativa de hacer. Muy bien, viva el reciclaje, la cutrería y la imaginación. Por lo menos mientras pensamos estas maneras de solucionar un problema no estamos con el mando a distancia, el rosario o el consolador (en ocasiones coinciden los tres elementos).

Vean la señalización del vado del hostal (de Badajoz, creo recordar) donde estuve alojado hace ya un par de semanas santas (públicas) y un via crucis (privado).

 

Preparando el terreno

En la bella y beata ciudad de Cuenca me encontré en una tienda de artículos religiosos, creo, con el cartel que ilustra este comentario. Se trata ni más ni menos que del invento de los inventos el peluche «Jesusito de mi vida (R)» y según nos informan se trata ni más ni menos que de: «el primer peluche del niño Jesús con el que los niños podrán jugar, acostarse… sin ningún problema.» (sic)

¿Se trata de ir preparando el terreno para cuando sus representantes en la tierra quieran jugar y acostarse con el niño?¿O es mi mente malvada y malintencionada que ve curas pederastas por todas partes? Tal vez me haya visto influenciado por la película «Spotlight» en la que se narran tremendos sucedidos de pederastia. ¿O quizá por que hace poco me han contado el caso de un niño abusado por un seminarista protegido por el cura del pueblo bien cercano a la capital? Ah, el celibato, ese gran problema al que nadie se atreve a «meter mano».

¡Viva la sintaxis!

El señor Antonio, andaluz, trabajador, de derechas y votante del PSOE es con gran probabilidad la persona que elaboró los carteles de las fotos que tomé en algún pueblo andaluz hace un tiempo. Bueno, de él y de bastantes miles de andaluces si a las estadísticas electorales nos remitimos. Por no hacerle el feo he borrado su teléfono y aunque no le hago publicidad, al menos tampoco le vejo.

Quede claro que el verbo «rejar» no existe en el diccionario de la R.A.E., por si algún visitante de estas páginas se lo pregunta. Y luego hay gente que se pregunta que para que sirve la ortografía, la sintaxis y otras macanas que se estudian en la escuela.

La educación ciudadana

Hice esta foto en una tienda de Conil de la frontera (Cádiz), creo recordar. Vista la educación de las gentes que turistean por la costa española (locales y visitantes, no vayan a creer que el pecado es sólo nacional) se vio la propiedad obligada a colocar semejante cartelito. Eso sí, lo mejor es la disculpa implícita en forma de explicación: «para no manchar las prendas».

La penitencia 2.0

Ahora que estamos en fechas penitentes, me vienen ganas de publicar esta foto que hice hace tiempo en la catedral de Cáceres. Vean cómo los fieles del siglo XXI hacen de su capa un sayo y están a dios rogando y con el mazo dando, como se suele decir.
En la foto se ven los bancos calefactados de la antedicha catedral, porque una cosa es sufrir en este valle de lágrimas y otra darle penas a la carne sin necesidad. Para eso está la semana santa, sus cruces, sus cadenas y sus pesares. Los bancos también están iluminados, claro, no sea que la divina luz no sea capaz de llevar clarividencia cuando sea necesario. Una pena que falte el imprescindible acolchado para las rodillas. Luego dirán que los fieles escasean…