Otra pintada de Salerno, esta con el mensaje «¡He olvidado crecer un poco!». Esa es la traducción literal que, creo, en este caso estaría mejor usado el verbo madurar más que el crecer. Al menos me identifico más con este sentido y pintada.

Otra pintada de Salerno, esta con el mensaje «¡He olvidado crecer un poco!». Esa es la traducción literal que, creo, en este caso estaría mejor usado el verbo madurar más que el crecer. Al menos me identifico más con este sentido y pintada.
Este emprendedor portuense (useasé de Oporto, Portugal) no debía conocer la cinta precinto transparente o tenía tanta prisa por hacer tangible su idea de cartel que no pudo esperar a acercarse a la «loja de conveniença» más cercana a pillar un rollo de tal invento. Por ello la magnífica idea de un anuncio gigante acabó en esto que puede apreciarse en la foto. Con razón dicen que la (in)formación es poder, en este caso poder hacer bien las cosas. Aducirá, sin embargo, el abnegado asistente a estas páginas que si así hubiese hecho no estaría aquí y ahora a recibir publicidad gratuita. Y razón no le faltará.
El muchacho gamberro que hizo esta pintada en la puerta del garaje (de Salamanca) tomó al pie de la letra la prohibición que se intuye (aún) en el fondo. Así que si le pillaban no le podían echar la bronca, al fin y al cabo no estaba poniendo carteles. Si hubieran matizado…
Este título tuvo una exposición en el museo de arte contemporáneo de Salamanca hace un cuartito de siglo ya. Una colección de objetos -artísticos incluso alguno de ellos- que resultaba insultante bajo cierto punto de vista, pero no va de eso este comentario, no.
Es que el otro día un tipo se comió un plátano o banana (no sabemos bien) que vale la friolera según última cotización de más de seis millones de euros. Se trata de una controvertida obra de arte que el otro día sufrió un «ataque» que hasta me gustaría intentar. Lean la noticia en su página original aquí o en la captura de pantalla que hice porque de la nube me voy fiando más bien poco.
Esperemos que al pobre ser hambriento (de notoriedad sobre todo) no le hayan cobrado más el valor material de la fruta, la cinta adhesiva y unos minutos de trabajo de los curadores del museo, porque como le cobre lo que valió está más que jodido.
Me disgusto, dice esta pintada italiana (de Salerno) con el sentido de «No me gusto». Hay algunos ratos que me identifico con esta pintada, créanme.
Hay gentes que son así, organizadas, muy organizadas. Hasta el punto de ponerles numeritos a los árboles. Son los alemanes de Frankfurt A.M. que -quiero pensar- los numeran para poder tener controlados en archivitos los períodos de poda, tratamientos, etc. Ya podíamos aprender un poco, no demasiado, pero sí un poquito de estos señores tan organizados.
La manía del lenguaje inclusivo llega hasta límites insospechados. Vean el cartelito escrito en «fala» que encontré hace tiempo en San Martín de Trevejo. Uno/a empieza a estar hasta las trenzas de que se meta con calzador la idea de que cambiando el lenguaje va a cambiar la sociedad. No queriditos/as amigos/as, no. Es la sociedad la que crea la lengua y no al revés, cosa que hay gentes que no comprenden a pesar de ser de letras (dicen). Quizá porque faltaron a clase el día que explicaron la «falacia del modus ponens» que antes se daba en Filosofía cuando uno/a era joven/a (antes de decantarse por las ciencias, técnicas más bien). O a lo mejor es que con los nuevos planes de estudios estas partes absurdas del conocimiento humano ya no tengan cabida. Total, ¿para qué voy a andar estudiando cosas que la IA hace muy bien por mí? Recomiendo que busquen más información sobre este tema (farragoso quizá para las mentes tik-tok actuales) pero interesante ya desde hace milenios. Busquen por su cuenta porque la intención de este blog no es la didáctica a pesar de que a veces a uno/a le salga la vena de profesor/a, función que ejerció en ciertos momentos de su vida anterior.
Resumen: que bueno, que total qué más da lo que ponga mientras todo quede políticamente correcto: en la lengua de la zona, con los cánones del tiempo, así todos/as contentos/as.
La sal, la luz ultravioleta y la pereza llevan a este estado a la bandera del país (Irlanda). Luego dirán que es el clima del sur que nos lleva a la desidia… pero ¡no!, influirá pero no es la causa, como queda demostrado.
Hace ya unos años hice esta foto en Oporto, es -o era- el negocio de algún asiático al que le gustó el nombre, tipografía y logo de la compañía telefónica más relevante de España y con un poco de jeta la puso en el cartel de su negocio. Quizá aún esté allí, quizá no. En todo caso el logo ya ha cambiado, así que igual le tocó trabajar para actualizarse.
En Italia basta darse una vuelta por cualquier ciudad para ver una colección de chapuzas de lo más variadito. Los italianos son así en su tierra y también donde emigraron, no cito porque no vale la pena, es de dominio público. Las soluciones de este tipo se encuentran tanto en el norte como en el sur (quizá más en el sur) son tan patrimonio nacional como el buen café a buen precio (de esto bien podíamos aprender, ambas cosas) o como el lenguaje gestual.
El ejemplo que les traigo está tomado de Florencia, para que se vea que también en la parte mas europea pasan estas cosas.