De la serie «Sacaperras», un ejemplo de los múltiples sistemas que se usan para que los fieles se rasquen el bolsillo con distintas estrategias. Siento no recordar el lugar donde se hizo la foto.

De la serie «Sacaperras», un ejemplo de los múltiples sistemas que se usan para que los fieles se rasquen el bolsillo con distintas estrategias. Siento no recordar el lugar donde se hizo la foto.
Foto hecha en una iglesia de Roma el año pasado. Como continuación de la entrada de ayer resulta de lo más ¿esclarecerdor?¿ejemplificanto? Elija cada cual su adjetivo. A mí lo que me llamó la atención no fue aquella cantinela de «siempre virgen» a la que no le acabo de ver el interés ni la gracia. Fue la (R) de marca registrada. Por eso hice la foto y por eso la comparto.
Tenía esta lindeza hace tiempo en la recámara. Aquí os va. La lindeza que publicó (pretendidamente) el anuncio debe hoy andar cerca de la sesentena. Deseamos ardientemente que consiguiese su propósito.
Curioso producto que reúne dos de las drogas que más afectan a las mentes de este santo país. Uno de ellos en franca decadencia (afortunadamente) y el otro en auge espantoso. Ambos reunidos en un productito de venta no-me-acuerdo-donde. Es que la foto ya tiene algunos añitos, trece en concreto. Para que vean los asistentes a esta página que atesoramos gilipolleces durante bastante tiempo.
Si se trata de vender lo primero es atraer. Aquí tienen un buen ejemplo, que para vender una ratonera se usa la atracción (no al ratón, claro) sino al otro ejemplar que se desea cazar: el cliente.
No sabemos qué pensará la Disney del asunto. Igual hasta le buscan las vueltas al probe comerciante por un «quítame allá esa paja».
¿Para qué andar leyendo y haciendo caso? Total, para lo que sirve…
«No llenar por encima del borde»
Siguiendo la estela de candaditos de «El malvado Margarito», aquí les presento una escena tomada en una de las entradas laterales del jardín botánico de Oporto. Curioso el cartelito que prohibe (ejem) la entrada al público en uno de los accesos laterales. Hay dos fotos para que se pueda apreciar la belleza de la decadencia que tanto atrae en el país vecino. Y luego, a continuación un detalle del «cierre» que -pretendidamente- impide la entrada. Para flipar.
Hace unos días, caminando por la ciudad, me encontré con algo curioso: una especie de variante de la estúpida costumbre de llenar de candados los barrotes de cualquier valla o cerramiento (costumbre esta que podría dar para un sesudo estudio psicológico porque, que concepto es aquel que presuntamente liga el amor a barrotes y cerraduras).
Bien, como decía, me encontré con esta otra cosa hace unos días: en lugar de candados colgados en barrotes, una especie de zurullos de lana. Y si la variante de los candados ya, de por sí, es una costumbre peculiar, esta alternativa textil no sabría como calificarla.
Como diría uno, el ser humano es fractal.
Esta sociedad necesita urgentemente una inyección de inteligencia artificial en vena, ya que la estupidez natural (EN) campa libre por nuestros lares.
Ha llegado a mis oídos -espero que no sea cierto- la siguiente noticia:
Los estudiantes de Salamanca que deben hacer la PAU (Prueba de Acceso a la Uni) han solicitado a los estamentos reguladores de la misma que se coloquen relojes con números (digitales les dicen por lo de los dígitos), ya que hay alumnos que «no saben» leer los relojes con agujas. ¡Y se lo han concedido, joder!
Y no sigo porque terminaría diciendo como el tuerto golpista y no quería, de verdad.