La realidad y la ficción

Tras la lectura de esta noticia, me he acordado de cierto pasaje del «Guía del autoestopista galáctico» de Douglas Adams. Igual son imaginaciones mías, claro. A ver si algún amable lector me saca de dudas.

«Una de las mayores dificultades que Trillian experimentaba en sus relaciones con Zaphod consistía en saber cuándo fingía ser estúpido para pillar desprevenida a la gente, cuándo pretendía serlo porque no quería molestarse en pensar y deseaba que otro lo hiciera por él, cuándo simulaba ser atrozmente estúpido para ocultar el hecho de que en realidad no entendía lo que pasaba, y cuando era verdadera y auténticamente estúpido.»

pags. 96-97
Edición Anagrama, 3ª edición Compactos, 2009
1ª ed. en inglé de 1979

¡Cómo está el patio!

En una sociedad en la que los bobos campan a sus anchas se hace necesario que unos pocos listos les lleven de la mano. Vean la curiosa oferta de asesor de compras, decorador barato o desburrador de compradores que ofrecen en esta empresa, dos interiorismo. Si es que «Quod natura non dat, Salmantica non praestat» pero Valladolid «mercat». Es sobre todo interesante la frasecita «El espacio ni se distribuye ni se ocupa, se piensa» en la que se pretende hacer un guiño a la primera ley de la termodinámica de forma ingeniosa y que, en mi maloliente opinión, queda como un remiendo de esa espantosa tela Burberry a una nave espacial.

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Jefferson el visionario

Me ha llegado por correo-e este pensamiento de Thomas Jefferson, que fue presidente de los USA en los albores del siglo XIX. Advertía este señor de que dar demasiado poder a los bancos era poner en sus manos nuestra libertad. Por desgracia el tiempo le ha dado la razón puesto que son los culpables de esta crisis en clara connivencia con nuestros políticos y con la grosera aquiescencia de los borregos que tenemos derecho al voto.

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Hay que ver cómo han cambiado los presidentes de ese país…

Con un par

Y no me refiero a la sentencia de la tan traída y llevada trama Gürtel. No. Hablo una de las últimas publicaciones de Larousse, que visto que no venden enciclopedias (la Wikipedia arrasa, amiguetes) han decidido explotar otros nichos de mercado. En este caso el del «gili aburrido y mayormente inútil con ganas de tirarse el moco». El paquete consta de: librito explicativo de cómo se fríen huevos y una sartencilla «ad hoc». Inenarrable, increíble. Pero cierto. Sólo vale 22′ 50 euros, menos mal.

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Estampas polacas

graduacionContinuando con la entrada de ayer sobre la gUSAnización de los polacos, adjunto una fotografía tomada en un restaurante de Ruda Śląska, una pequeña ciudad de lo que en español se conoce como Silesia. Se trata de los comienzos de la ceremonia de graduación que se celebra, según me informan, 100 días antes de la graduación. El evento que antaño se celebraba en el gimnasio del instituto, es un baile amenizado por orquesta que ha degenerado a una fiesta por todo lo alto con trajes de gala, grabación en vídeo, fotógrafos con estudio portátil, orquesta pija y una gran dosis de bobada. Esa misma bobada que ha arrasado con los orígenes y sentidos de las celebraciones hasta convertirlas en puro derroche de boato en nuestro país (véase BBC – bodas, bautizos y comuniones-). En la foto, no muy afortunada por otra parte, se aprecia todo lo anteriormente citado. El precio medio de la asistencia a tal evento ronda, me dicen, los 250 euros. Cantidad nada despreciable en un país cuyo salario más habitual es de unos 300 euros en muchos casos y de 450 en casos de afortunados (los 800 ó 1000 euros de España). Vean, señores y señoras, cómo la estupidez campa a sus anchas por la Europa de la crisis.

Como reflexión adicional quede que, con probabilidad, esas «bellas-ceremonias-de-las-pasteleras-pelis-yanquis» no son sino una adaptación de la vieja costumbre polaca llevada a los USA por los emigrantes y que, en tradición de ida y vuelta, ha convertido a los propios polacos en víctimas del mundo superficial, estúpido y postalero que las películas de Hollywood nos venden como el modelo al que debemos mirar.

USAnizados

Cartelito visto hace unos días en el aeropuerto de Katowice (Polonia). Parece mentira al nivel de gilipollez que estamos llegando, queridos lectores. Ya había visto hace poco unos vasos de esos que se han puesto de moda para que los fumadores se puedan drogar a gusto en la calle mientras ingieren el café a la par. El vasito en cuestión decía «cuidado, producto caliente». Claro, todo viene por un yanqui imbécil que se puso el vaso de café hirviendo en la entrepierna, se le derramó y tras una demanda a la compañía hamburguesera de turno, ganó porque no le habían advertido. Poner un cartel anunciando las escaleras parece razonable cuando se va a bajar por ellas por si algún despistado se estozola vivo. Pero coño, ponerlo antes de la subida es como de imbécil subido.

En su descargo, y tras meditar un rato sobre el asunto, puedo decir que quizá se trata del «Síndrome Buendía«. ¿Que opinan los abnegados lectores?

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