En este restaurante de Salamanca (El candil) exhiben un cerdito bien ataviado que ostenta entre sus morrines un cigarrito. No sabemos si como forma de reivindicación, protesta o simplemente como definición de lo que piensan de los fumadores. Eso sí, nadie podrá reprocharles que incumplan la ley, los cerdos, porque el cigarrito en cuestión no está encendido. Tampoco se podrá decir que maltratan animales (al menos de cuatro patas). Ya se sabe, como en la peli «Rebelión en la granja» basada en la obra de Orwell que «cuatro patas amigo, dos patas enemigos». De lo que se deduce que casi ningún juerguista será enemigo si vuelve a casa a cuatro patas.
Bueno, Acechor, deja de desbarrar que es tarde y la cama te llama a gritos silenciosos.